sábado, 8 de febrero de 2020

Antes de despertarte

Tu dulce aliento en la mañana rosando con mi piel es la caricia favorita de mi día, porque confirmo y agradezco tenerte conmigo, un día más. 
Entonces miro al rededor y pienso: “Qué afortunada soy de ser completamente mía y compartir contigo esa sensación, siendo libres e infinitos, como el viento, acompañándonos en el camino, bailando con el destino, de la mano siempre”.

Y aún sabiendo que la toxicidad está a la vuelta de la esquina, nosotros estamos en verde, andando en paz. 

Confieso que a veces el dolor del pasado me llama a voltearme a ver, y tú, paciente me sientes, sin hablar, entendiéndolo todo, me arrullas, para recordarme que estoy en mi mejor versión y aunque siempre se puede estar mejor, te prometo mi elección siempre será contigo, amor. 

Luego agradezco que nunca me falte la dosis de amor en la mañana, tus besos al rededor de mi cara y tu erección sobre mi. 

No puedo dejar de mencionar la ducha juntos de todos los días, que me enjabones la espalda, me destapes el acondicionador, ese de la tapa dura y luego peines mis rulos.
Y sonrías de mi cara molesta de ñiña al bañarme, agradezco que te sepas la anécdota, agradezco tus abrazos bajo el agua. 

Qué dicha tenerte.

Hoy te los has ganado a todos, sin esfuerzo y nos hemos sumado amigos, hemos ganado hermanos y somos familia. 

No te cuesta ser como eres, transparente, bueno, siempre listo para darle la mano todos, siempre empujando en la adversidad. 

Yo me pregunto tantas veces “¿Qué hice de bueno para merecerte?”, eres tanta luz en los días malos y somos un incendio juntos en nuestro mejor momento.

Eres un buen hombre. 

Volver a casa siempre será alivio, encontrarme contigo y cocinar, escapar de la monotonía laboral, para perderme en tu risa y tus anécdotas del día, para contarnos todo, con un vaso helado de cocacola en la mano. 

Para subir a la cama juntos de nuevo y repetirlo todo, pero diferente, siempre sorprendiéndonos, siempre enamorándonos, tú y tus detalles únicos no los cambiaria por nada. 

¿Quién en su sano juicio lo haría? 

Ahora, te voy a despertar a besos y enseñarte esto, buenos días, hermoso. 

Gracias por existir conmigo.