miércoles, 20 de julio de 2016

Supongamos que no hablo de ti.

Ojos de oscuridad que brillan,
Pestañas infinitas, como el frio de la calle en madrugada,
Labios que duelen, saber el sabor de tu sangre de memoria,
Lengua profunda, culpable del mar que muere en mi sonrisa,
Palabras firmes, aceleradas, que no esperan,
De gestos duros, capaces de embriagar mi razón,
Manías, copiadas a gritos, mal hechas,
Susurros de calma,  que llegan siempre desde mi alma,
Perdidos en ira, la desesperación nos doma,
Nos toma presos y una vez más se burla,
Carcajea desde el balcón,
Nos mira y ríe más fuerte, por la humanidad que nos rodea,
Juegas siempre a querer ser inmortal,
Donde el premio es la razón,
Pero yo te mordí la boca y sangraste,
Poniendo en jaque,

A ti y tu necedad humana siempre dominante.