domingo, 15 de julio de 2012

Un cuento

La bajada tan suave como el algodón de azúcar que provoca la más mínima sensación es la que hace sufrir más a aquel corazón, se llamaba decepción.

Aquella vez el día se puso de acuerdo con ella para no levantar la más mínima sospecha, el mundo se volvió gris, cogió una bufanda y un abrigo donde algún día cayeron cenizas del viejo pero presente amor.

 No le importaba nada, tampoco lo recordó, su panorama era diferente, ella era diferente, pero nadie lo noto. Sus manos permanecieron heladas el resto del día, lo sé, porque ella me lo contó, me lo contó para que no se lo dijera a nadie, porque sabia que solo yo podía entenderla, ella confiaba en mi, como muchas cosas que solo yo sé. 

Aquella misma tarde con el más grande esfuerzo salió.

- Quería escupir todo por la boca, me dijo.

- Aún no pasa pero pasará, le respondí.

Tan solo eso basto para saber que era una nueva historia de aquellas como todas las tardes del pasado abril

- Ella es diferente.
- Todos dicen lo mismo -la consolé- la bajada tan suave como el algodón de azúcar esa que provoca la más mínima sensación es la que hace sufrir más al corazón, ¿es tu lema no?

- Lo sé, se llama decepción -sus ojos turbios no mentían, ella nunca me miente, solo conmigo es como es... solo yo sé que miente cuando dice que le gusta el café... que prefiere la leche con milo cuando nadie la ve- lo sé. 

Ella cambió como las estaciones del año, para permanecer en un vaivén entre el invierno y el otoño para quedarse atrapada entre junio y julio. 

Enloquecía, enloquecía más con el tic tac hasta que la pila se acabo, el rollo de su cámara de fotos se acabó, murió con sus esperanzas, tomaba una foto por día desde aquella ventana sucia, su luz fue muriendo, sus sueños y su fe también, pero el reflejo de su sonrisa esperanzada en ese espejo roto nunca se borro. 

Yo la escuchaba y estaba con ella cuando podía, y cuando no, ella fingía que yo estaba ahí, fumando un cigarro sentada en aquel muro, lucky strike rojo, a ella le excitaba verme fumar hasta terminar toda la cajetilla, las guardaba todas, eran su tesoro. Yo fumaba y ella enflaquecía, yo fumaba y ella me veía. 

- Nunca me dejes, me dijo.

- Nunca, le respondí.

Nunca la deje, hasta que un día su luz se quebró.
Llegue como todos los jueves y esa gastada bella sonrisa amarillenta ya no estaba.

¡Lloré me aferré a ella y no la solté, no la deje porque ella nunca quiso que la dejará! 

- ¡¿Por qué me dejaste TÚ?!, grité. 

Levante la mirada borrosa tan solo un poco y entendí todo, las cajetillas de mis cigarros tenían un sentido y ese sentido eran su esperanza, de que algún día la amara como ella a mi... 

"La bajada tan suave como el algodón de azúcar, esa que provoca la más mínima sensación, es la que hace sufrir más a MI corazón. La decepción me mato"

Miré aquel espejo roto en busca de su sonrisa... pero ya no estaba, solo era mi pobre reflejo que nunca entendió nada, patee y patee el espejo una y otra vez.

Cogí un pedazo y me suicidé. 

Ella me amaba, lastima que lo entendí cuando ella sé fue. 





domingo, 8 de julio de 2012

Me inventé

En su desesperación, corrió a la cocina en busca de algo... tenia en mente muchas cosas... ¡el pelador de papas! papas negras como ayer, probo con ese luego con otro, pero ninguno funcionaba. 

Sabe que es el primer intento, ¿cuando será al próximo? es la pregunta.

- ¿Por qué lloras? 

- Me duele las manos, me duelen mucho, pero el dolor en el corazón es más fuerte 

- Son las drogas, las drogas matan o hacen que quieras matarte.

- No hay salvación solo tengo que dar 1 paso

- Hazlo que mañana sale el sol 

- Me bañaré, debo estar lista para partir

- Recuerda afilar bien el cuchillo.